viernes, 1 de noviembre de 2013

AMIGO



Quito, 03 de Octubre del 2013

Querido Amigo:

Sé que estás pasando por un momento demasiado difícil, no me imagino cómo puede ser una vida de encierro, prohibido de toda libertar tras esas rejas. Los días, meses y años van transcurriendo y sigues en ese lugar tan desolado, tan falto de humanidad, tan necesitado de amor, de Dios…

Recuerdo la época en la que nos conocimos. Te veía, y pensaba que tu vida era fascinante; vivir siempre viajando, conociendo nuevos lugares, nueva gente, diferentes culturas y costumbres; disfrutando de bellísimos paisajes, comiéndote el mundo. Vivías un día a la vez, sin pensar en el mañana, disfrutando del hoy, de lo que la vida te daba en ese momento.

Me gustaba mucho tu compañía. Trabajaba ocho horas y más  en una oficina de menos de quince m2, bajo un clima muchas veces sofocante, lejos de mi familia y amigos, intentando acostumbrarme a un ambiente laboral, en ese entonces una experiencia nueva para mí a mis escasos 21 años de edad. Pero eso no importaba, pues entrada la noche, salía corriendo hacia la playa para verte.

Recorría el malecón de Salinas buscándote entre el sin número de vendedores ambulantes de toda clase de objetos novedosos y los vacacionistas de origen cuencano que aprovechaban los meses de descanso de verano para ir a disfrutar del sol y la arena de las fabulosas playas de la provincia de Santa Elena.

Cuando conversábamos en la playa, no sentía el pasar de las horas. Podíamos quedarnos platicando la eternidad, pues  cada conversación era un deleite para mí.

No sé cómo tuve el valor de acercarme a un desconocido y para agravar la cosa, extranjero, mochilero, con el cabello todo alborotado y tatuajes en el cuerpo. Creo que fue, en primera instancia, la necesidad de hacer amigos en un ambiente en el que también era extraña. Cuando te vi con tu mercadería conformada por coloridos e imaginativos collares y pulseras, supe que tu paso por aquel pueblo no iba a ser tan breve como el de los cuencanos vacacionistas, sino que te ibas a quedar algunas semanas en ese paradisiaco lugar, al igual que yo. Y en segundo lugar…. sé ahora que Dios así lo quiso, pues a pesar del paso del tiempo y la distancia hemos podido conservar esta hermosa amistad.

Te observé de lejos mientras estabas haciendo una trenza en al cabello de  una jovencita; al poco rato,  sin darme cuenta, me encontraba sentada junto a ti preguntándote un montón de banalidades, en un intento desesperado por llamar tu atención.

Respondías con monosílabos y a momentos lanzabas alguno que otro comentario, pensé entonces que no estabas interesado en seguir con la plática, incluso me di cuenta que estaba interrumpiendo tu trabajo, así que decidí irme con el sabor del fracaso en mi boca.

Cuando estaba a punto de partir, se te ocurrió pedirme mi número de teléfono celular y propusiste salir a almorzar al día siguiente aprovechando que era sábado y que yo no tenía que trabajar. La verdad no creí que me ibas a llamar, pero de todas maneras te lo di, por si acaso contara con suerte.
Llegado el sábado, sin nada que hacer y con la convicción de que esa llamada telefónica nunca iba a suceder, decidí ir a la playa y pegarme un chapuzón en el mar. Cuando salí del agua escuche timbrar mi teléfono celular y eras tú. Querías que nos encontráramos en el famoso “Castillo de Arena del Malecón” en diez minutos. Yo acepté sin pensarlo, y tuve que ir así toda mojada, pegajosa a causa de la sal del mar, vestida con terno de baño y short, a tu encuentro.

Almorzamos en uno de los comedores cercanos al mercado del pueblo. Conversamos sobre varios temas. Me contaste sobre tu vida y yo te conté sobre la mía. Desde ese día entablamos una linda amistad, y se nos hizo costumbre cada noche sentarnos en la playa a platicar horas de horas hasta el amanecer; luego  caminábamos hasta el hotel en donde me hospedaba, nos despedíamos y esperábamos que fuera la noche del día siguiente para volvernos a ver y  perdernos en nuestras conversaciones infinitas.

Los fines de semana salíamos a caminar por la playa, algunos ya nos conocían y sabían molestarnos y ponernos apodos incluso, ¿lo recuerdas?

Creo que me enamore de ti y tú también te enamoraste de mí, pero con un amor puro, de conversaciones profundas y largas caminatas en la playa.

Que hermosa época aquella. No se cual fue la “química” que hubo entre nosotros, pero resulta que 6 años después  (a pesar de que no nos hemos vuelto a ver desde el día en que te despediste con tu sombrero vaquero y gritaste mi nombre al viento y otras cosas más, al punto tal que la gente nos regresó a ver un tanto asustada) seguimos en contacto, pendientes el uno del otro.

Seis años en que han pasado muchas cosas en tu vida y en la mía. Ya no soy la veinteañera que algún día pensó en acompañarte a recorrer el mundo. Ya no soy la soñadora enamorada de ti, ni tú el loco mochilero enamorado de mí. En estos seis años algunas personas entraron y salieron de nuestras vidas y de nuestros corazones, vivimos cada quien por su lado cosas buenas, otras no tanto y otras pésimas, y continuamos.

Es por eso que me duele mucho tu situación actual. Yo no sé si la gente que te encarceló tenía argumentos válidos o no, reales o falsos para hacerlo. Pero sé que tienes un buen corazón, que si cometiste o no un error, eso no es importante ahora, pues lo que anhela tu corazón es dejar eso atrás y rehacer tu vida junto a tu familia en tu querido Chile.

No te des por vencido, no pierdas las esperanzas ni la fe en Dios. Yo sé que me dirás que decirte esto es fácil, porque no soy yo la que ha estado encerrada tras unas frías rejas en un país extranjero por casi 2 años; es verdad no soy yo, y admiro profundamente tu valentía ante esta situación, más aún, cuando día a día parece agravarse el asunto legal y los abogados no te dan una salida clara; pero con la ayuda de Dios podrás soportar y afrontar todo lo que esté por venir.

Recuerda que Dios obra en  las dificultades, es ahí, cuando caemos bajo y topamos fondo, cuando él nos toma de la mano y nos saca del fango.

Las circunstancias puedes ser todo lo adversas posible que te puedas imaginar, pero para Dios no hay nada imposible. Si quieres ver los milagros de Dios en tu vida, lo primordial es que tengas fe, sin fe no podemos pedirle al Señor que obre en nosotros.
Una cosa más pero de suma importancia: ¡Ora! Ora en todo momento y en todo lugar. Habla con Dios, platícale tus miedos, tus dudas, tus desesperanzas, incluso las frustraciones y resentimientos que tienes hacia él, tal cual se lo platicaras a un amigo, así como cuando conversas conmigo. Sincérate con Dios, él no espera una oración con frases decoradas y palabras bonitas, él quiere escuchar lo que siente tu corazón.

Pídele que te dé las fuerzas necesarias para superar esta terrible prueba que estás viviendo, y él te las va a dar, porque su palabra dice que Dios no nos da cargas más pesadas de las que podamos soportar.

Pídele sabiduría para saber cómo actuar ante todo lo que te toca vivir en ese ambiente de encierro rodeado de gente con el corazón frío, que hasta quiere hacerte daño.

Pídele que te proteja, que te ayude a salir victorioso de las tentaciones. Pídele que ese lugar tan falto de Dios, no logre corromper tu precioso corazón.

Dios te ama aunque hayas perdido toda esperanza en él, Dios te ama aunque tu reniegues de él, Dios te ama aunque tu creas que él te puso en ese sitio espantoso para no sacarte jamás de ahí, Dios te ama aunque pienses que él ya se ha olvidado de ti. DIOS TE AMA.

Es difícil, muchas veces imposible diría yo, entender los propósitos que tiene Dios para nuestras vidas, y la manera en que él actúa para cumplir dichos propósitos. Difícil o imposible entender porque Dios permite que suframos y  padezcamos injustamente. Probablemente nuestra limitada sabiduría humana no logra entender los pensamientos de Dios. Pero debemos tener la plena seguridad de que Dios no hace nada al azar, el no está jugando con nosotros, todo tiene su por qué y para qué. Ten la confianza de que él actúa para nuestro bien. La seguridad de que el Señor nuestro Dios no nos abandonará, que nos sacará del valle de sombras y nos guiará hacia tierra fértil.

Quizá Dios quiere usarte ahí en ese lugar para ser testimonio de las grandes maravillas que puede hacer, tal vez Dios quiere usarte para que les hables del Señor a los demás presos  y cambies sus vidas para bien. Quién sabe, solo Dios... Pídele al Señor que te indique cual es su perfecto propósito en tu vida.

No te desanimes. No te rindas. A veces cuando estamos al final de la carrera, al final de la lucha, a punto de salir de la obscuridad, nos damos por vencidos.

No endurezcas tu corazón, no le cierres las puertas a Dios, permite que él entre a tu corazón y a tu vida. No tienes porqué cargar con todo esto sólo, él quiere ayudarte, está esperando por ayudarte. Sólo dile que SI.

Por último quiero decirte, que siempre te tengo presente. Que yo tampoco me he olvidado de ti, y que cada vez que te traigo a memoria, le pido al Señor que toque tu corazón y tu vida. Le pido que haga un milagro en ti y que te libere pronto de ese encierro. No sé si para ti sea poco o nada mis oraciones, pero para mí es lo mejor que te puedo ofrecer, y sobre  todo los más eficaz que conozco para conseguir el favor del Señor.

Que Dios te bendiga y te guarde.
Tu amiga sincera:
                             Ojos de Mariposa

EL LEÓN RUGIENTE



 Quito, 06 de Septiembre del 2013

Hace ya casi 2 años que conozco al Señor, son ya casi dos años desde que tuve que atravesar una experiencia muy dura en mi vida para ponerme de rodillas ante Jesucristo y decirle que ya no podía más, que sin él nada soy, que sin él mi vida no tiene sentido. Postrarme a sus pies para pedirle perdón por lo mal que había llevado mi vida hasta ese entonces.

Son dos años de vida cristiana, en los que he tenido bajas y altas, en los que he palpado de cerca el infinito amor y el abrazo del Padre; así como también he vivido momentos duros y tristes en los que Dios ha sabido sacarme victoriosa.

El Señor conoce mi corazón y todo lo que hay en él. Conoce mis fuerzas y mis debilidades. Pero el enemigo también conoce estos aspectos de mi vida, y aprovecha cada vez  que así se lo permito, para venir y destruir todo lo que puede, porque como la palabra lo dice, es como un león rugiente que acecha.

El enemigo siempre está al acecho y aprovecha la menor oportunidad para atacarte. Yo me imagino que me vio ahí de lo más tranquila, quizá “demasiado”, y ¡atacó!

Me atacó en mi punto más débil, quizá el de muchos, el corazón. Aproximadamente el mismo tiempo que llevo conociendo del Señor es el tiempo que no he tenido una relación amorosa con algún chico. La última vez resultó en desastre y en una profunda herida en el corazón, pues este hombre había sido para mí alguien muy importante, alguien a quien amaba profundamente y con quien anhelaba pasar el resto de mi vida. Realmente no me imaginaba con alguien más a mi lado, teníamos planes a futuro juntos, pero como en un azote del viento, todo se fue abajo, esos planes, esos anhelos, esos sueños quedaron en nada, y lo que más hería mi corazón era saber que había dejado de amarme, simplemente se le acabó el amor. Y la pregunta que rondaba una y otra vez en mi cabeza era ¿cómo se puede dejar de amar?; si el amor va mucho más allá de las pasiones y de los sentimientos pasajeros, si el amor es una actitud, una decisión de entregarse por completo al otro. Eso me decía que él había dejado de intentarlo, que había decido irse por lo más fácil, había claudicado a luchar, dejó de entregarse.

Ese pensamiento causó en mí un profundo dolor, un dolor que ahora me doy cuenta continúa muy dentro de mí. Ese pensamiento de que no eres lo suficientemente importante, que no tienes eso especial que creías tener para que alguien pueda no solo fijarse en ti; porque eso es sencillo, a todos nos puede gustar alguien o parecernos simpática alguna de la gente que nos rodea; sino que, vaya más allá y se decida por ti, que se la juegue por ti, alguien que a pesar de las circunstancias, aún continúe a tu lado. Eso era lo complicado.

Después de tantas cosas que vivimos juntos, después de tantos problemas superados, después de tantos sacrificios, tanta entrega, tanto dar ¿que quedó? ni siquiera una falsa amistad, sin rastro, sin cenizas, como si hubiera sido un sueño, algo que nunca pasó y que solo fue real para mí.

Mi padre celestial fue muy bondadoso al extenderme sus brazos, mostrarme su amor, permitirme conocerlo a él y a su hijo Jesucristo e ir curando de a poco mis heridas.

Para mí fue algo maravilloso, un despertar, una nueva oportunidad una nueva vida. Con el transcurso del  tiempo, fui conociendo más de él, enamorándome más de él, leyendo y guardando no solo en mi mente sino en mi corazón su palabra, entendiendo su carácter y su forma de obrar en nuestras vidas. Conocí también a grandes amigos, que han sido como hermanos y han estado presentes en los buenos y malos momentos de mi vida.

Vivir una vida como seguidor de Cristo es un gran privilegio y a la vez una gran responsabilidad. Un privilegio porque al aceptar a Cristo como nuestro Señor, Dios nos reconoce como hijos suyos, hijos del Creador; como dice la palabra: si un padre humano sabe dar cosas buenas a sus hijos, imagínense cuanto más es lo que nos ofrece nuestro padre Celestial. Una responsabilidad, porque debemos ganar almas para el Señor, anunciar su palabra y vivir de acuerdo a lo que es agradable para Dios; ninguna de estas tareas ciertamente es fácil, requiere de carácter, entrega y amor. Además de no ser fácil de por sí, el enemigo está siempre atacando, impidiendo que cumplamos el propósito de Dios. Como mencioné en los párrafos anteriores, el enemigo conoce nuestra debilidad y es ahí donde lanza su mayor ataque.

Como soy consciente también de cuál es mi mayor debilidad, oro al Señor para que me fortalezca a diario, para que me enseñe a guardar el corazón, para que no permita que dé mayor prioridad en mi vida a lo que no sea Jesús, que me enseñe a esperar tranquila  la perfecta voluntad de Dios, que me muestre las intenciones y los corazones de las personas, que me recuerde que él sabe lo que anhelo y lo que necesito, y que él sabrá dar la provisión en el momento justo.  

Creo que en este tiempo me sentía tranquila, en aparente calma, con mi vida en perfecto orden. Todas las cosa parecían estar yendo bien, y mis anhelos desde los más simples hasta los más complicados, aquellos por los que había luchado por mucho tiempo, y que incluso daba por perdidos, se estaban cumpliendo. Incluso mi corazón se sentía muy feliz, después de mucho tiempo había vuelto a latir, y no por el amor hacia el Señor porque eso había sucedido desde hace 2 años a tras, sino por ese sentimiento humano que no se si describirlo como enamoramiento, o por lo menos algo muy parecido.

Esta vez me aseguré de no equivocarme (según yo, en mi limitada sabiduría humana), de no fijarme en la persona equivocada, de fijarme únicamente en alguien que amara con todo su ser al Señor. Me sentía tranquila y feliz porque rodearse de amigos que aman a Dios edifica enormemente, de igual forma compartir momentos con una persona especial que también ama a Dios. De hecho aprendí mucho en ese corto tiempo de compartir con esa persona especial, sobre todo a mejorar mi comunión con el Padre, a persistir en la oración en todo momento y lugar, a que la oración es algo más que un mero discurso repetido de manera rutinaria o una lista de peticiones demandadas ser cumplidas a la brevedad; realmente este aprendizaje ha sido de gran bendición en mi vida.

Pero el enemigo a veces te confunde, nos fijamos en la persona equivocada y luego nos sentimos tristes, despreciados, y humillados incluso. Este sentir sacó dentro de mí algo que pensaba ya era prueba superada, el sentirme poco, el sentirse no merecedora de amor; recordar como muchas veces nos han despreciado, fallado y lastimado. Ese creer que algo muy  malo hay en nosotros y que nunca podremos ser realmente amados y valorados por alguien. Olvidándonos que Dios nos ama y nos ha amado desde siempre, tanto que entregó a su hijo por nosotros,  y que él nos mira con ojos de amor como sus hijos y nos da el valor real que tenemos, y que nada ni nadie puede cambiar esa realidad.

Cuando el enemigo nos ataca y nos invade la tristeza, nos desenfocamos del propósito que tiene Dios para nuestras vidas, nos concentramos en el dolor, en lugar de poner nuestra vista en Dios. Dejamos de ser luz y sal para otros, y eso justamente es lo que busca Satanás.

El enemigo nunca se queda tranquilo y lanza su mejor ataque, por eso nosotros tampoco debemos bajar la guardia. Cuando crees que todo está bien en tu vida, cuando te sientes en paz, cuando te crees “feliz” por así decirlo, es cuando muchas veces bajamos la guardia, y nuestra guerra espiritual se debilita. Nos sentimos “confiados” y “cómodos” diría yo; y en lugar de orar más fervientemente, de congregarnos más; de cumplir de mejor manera, con mayor entrega, con lo que Dios nos ha encargado, pensamos erróneamente que no debemos hacer más de lo que hemos hecho hasta ese entonces, porque ¿para qué, si todo anda bien en nuestras vidas?.

Satanás toma ventaja de estas cosas y nos ataca y si no tenemos cuidado, si no estamos preparados para ese ataque con toda la armadura de Dios, ciertamente logrará herirnos y hasta matarnos.

Realmente el Señor cambia la vida de las personas, renueva su mente y su corazón. Creo sin duda alguna, que nunca volveré a ser la persona que fui alguna vez; porque si a veces falló y no obro de acuerdo a la voluntad de Dios, su Espíritu Santo se encarga de hacerme ver que ese no es el camino correcto y de hacerme volver a las sendas del Señor. Incluso cuando he fallado de alguna manera tan grande que me avergonzaba solo el hecho de salir de mi casa, peor aún ir  a la iglesia como si nada hubiera pasado, como si fuera una perfecta hija de Dios, a cantarle alabanzas, simplemente no podía hacerlo.


Es que así es nuestro Padre de paciente y misericordioso. Su palabra nos dice que nuevas son sus misericordias cada día. “Nuevas son sus misericordias cada día”, que alegría y que consuelo saber eso.

Dios no hace, ni permite que pase ninguna circunstancia en nuestra vida por azar. Él tiene el control de todo y obra con un propósito, propósito que muchas veces no entendemos. A veces pasamos por pruebas, por tentaciones.  A veces permite que vivamos sufrimientos que para nosotros no tienen sentido, pero para él sí. Todas estas cosas nos van formando, nos van enseñando algo, con el objeto de acercarnos a ser  lo más parecido a como es él.

Filipenses 1.6 nos dice que el que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús. A veces se me olvida que Dios no nos abandonará nunca, porque nos eligió desde el vientre de nuestra madre y quiere obrar en nosotros para que cumplamos el propósito que él tiene para nuestras vidas.

Cuando se atraviesa momentos difíciles es fácil olvidar que el poder de Dios se perfecciona en la debilidad (2 de Corintios 12;9). Dios utiliza nuestras debilidades para sacar algo bueno, algo grande. Es precisamente eso, en lo que somos más débiles, eso que nos causa o nos ha causado muchas heridas en el corazón, son nuestros mayores temores, lo que Dios utiliza para su buena obra.

Así que si el león rugiente te ataca en tu mayor debilidad sea la que sea, reposa en el Señor, él no nos dejará cargas más pesadas de las que podamos soportar; y recuerda que tu mayor debilidad puede ser transformada en una gran bendición, si dejas que Dios te utilice.

CARTA A UN NIÑO


¡Hola Dany!
Mi nombre es Verónica Ríos tengo 27 años de edad y soy una hija del Rey de Reyes, de Dios nuestro creador, mi Padre del Cielo y tu Padre también. 
Me alegra muchísimo poder escribirte, no te conozco, solo se tu nombre “Dany”, pero no necesito conocerte personalmente porque El Señor mi Dios ha puesto en mi corazón algo que no se explicarlo con palabras, es como si ya te conociera, como si hubiéramos sido panas de la escuela o del barrio, ya nos imagino en mi mente  jugando a la pelota en el parque cercano a tu casa, que divertido. Espero algún día poder conocerte en persona e ir a jugar juntos en el parque y tomarnos unos helados.
¿Sabías que Daniel es un nombre especial? Déjame contarte el por qué. Hay una historia muy chévere en la Biblia que habla acerca de un jovencito llamado Daniel, así igualito a ti. La cuestión es que Daniel era un niño muy inteligente del pueblo de Israel que conocía y amaba profundamente en su corazón  a Dios, pero fue esclavizado por el pueblo de Babilonia. Un día el rey de Babilonia se enojó con Daniel porque él no quería rendirle adoración, sino que Daniel únicamente adoraba al Dios verdadero, el  Dios de Israel; entonces el rey decidió matarlo y lo dejó pasar toda una noche con los leones para que se lo coman vivo, a pedazos; pero resulta que al día siguiente Daniel salió de la jaula de los leones sin un solo rasguño. Los leones no se lo comieron, y ¿sabes por qué? Porque Dios cuidaba de Daniel y lo amaba, porque Daniel era muy bueno, justo, honrado y siempre le oraba al Señor su Dios.
Imagínate que te metan en una jaula llena de leones gigantes y hambrientos. ¡Qué terrible! Pero Daniel confiaba en Dios y por eso Dios lo ayudó y  salvó su vida. La Biblia es la palabra de Dios, y Dios no miente, así que si Dios puede librar a alguien de que sea comido por unos leones, puede hacer cualquier cosa, no dudes nunca de eso, solo basta confiar en El Señor, creer en él y aceptarlo en tu corazón como tu Dios y Señor.
Así que ya vez, tienes un nombre súper especial, seguro que Dios al verte cada mañana se acuerda del Daniel de la historia y sonríe de amor por ti también. Quisiera que sepas que Dios te conoce,  que eres tú su hijito querido llamado  “Daniel”. Dios te formó desde el vientre de tu madre, él sabe todo de ti, sabe cuando estás feliz, cuando estás triste, sabe las cosas que te preocupan y las cosas a las que le temes. Él conoce además tu corazón, sabe lo valiente que eres, y TE AMA, te ama profundamente, con amor infinito, inimaginable. Dios es tu Padre del Cielo, que cuida de ti, que siempre está pendiente de ti. No olvides nunca eso.
Si te preguntas por qué el dibujo del cohete, es porque cuando era niña jugaba a ser astronauta. Quería viajar al espacio y mirar las estrellas, los planetas, la luna. Me pregunto ¿a qué juegas tú? ¿Qué te gustaría ser? Un arquitecto que construya casas, un bombero que salve la vida de las personas del fuego, un policía que proteja la ciudad del crimen. Todo suena genial. Y te pregunto esto porque es importante tener sueños, esperanzas, fe. Te animo a que no dejes de soñar, a que sueñes en grande, imagínate siendo todo lo que quieras ser. Dios te ama y él puede hacer realidad todos tus sueños. Solo está esperando a que le dejes entrar en tu corazoncito, esperando que le permitas que sea el rey de tu vida. Déjalo entrar Dany, ábrele la puerta de tu corazón, dile en una pequeña oración que también lo amas, que crees en él, dile que crees que él entregó a su hijo Jesucristo para perdonarnos a todos por nuestros pecados, sólo basta eso y verás las maravillas que Dios puede hacer en tu vida, y no solo aquí en esta vida terrenal que conocemos, sino lo más importante en la eternidad, en el cielo, si crees y aceptas a Dios en tu corazón, él promete darnos la vida eterna en el paraíso. Imagínate qué hermoso debe ser el cielo Dany, yo ya quiero estar ahí abrazada a nuestro papito Dios, sintiendo su amor, disfrutando de las maravillas que él tiene para nosotros sus hijos.
Dany RECUERDA eres un niño hermoso, muy amado por nuestro Padre Celestial. Él te cuida desde el cielo, y quiere decirte que cuando estés triste o angustiado leas esto y sepas que  él no te desampara, Dios está contigo en todo momento y en todo lugar:
Dios da fuerzas al cansado y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Muchas personas se fatigan, se cansan y caen; pero los hijos de Dios que creen en él tienen nuevas fuerzas, Dios les da alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. 
Que Dios te bendiga y te guarde Dany
Un abrazo gigante,  tu amiga Vero

viernes, 6 de septiembre de 2013

DISCURSO PARA LA BODA DE MI HERMANA


Quito, 01 de Diciembre del 2012

Querida ñañita:

Estuve pensando mucho sobre cómo debía empezar este discurso, tal vez tuve q haber iniciado con algo como “en este día tan especial quisiera desearte…”, o quizá con un “hace unos pocos años a tras nació una linda niñita llamada…”, o quién sabe qué, pero la verdad no quise que suene a meras frases que se dicen por decir, quiero que comprendas en realidad lo importante que es para mí, como sin duda alguna es para ti, este gran acontecimiento.

Entonces recordé las cosas que hemos vivido juntas desde niñas. Te acuerdas como peleábamos todo el tiempo, como nos caíamos a golpes. ¡Nos llevábamos tan mal! Pero me imagino que es algo normal entre hermanos, los hermanos cuando niños se la pasan peleando y al rato volviendo a jugar juntos como si nada hubiese pasado.

Ahora me doy cuenta lo que quiso expresar una buena amiga mía cuando me dijo: “Para que un matrimonio funcione a la perfección, lo mejor es tener mala memoria”, yo pensé: “está loca”, cómo iba a dejar pasar por alto una falta de respeto o algo parecido, pero no era eso a lo que ella se refería, sino, la mala memoria era el no disgustarnos por las cosas pequeñas que nos desagradan del otro, el no pelear con nuestra pareja por cosas que muchas veces no tienen mayor importancia. Qué sentido tiene, cuando podemos ser como los niños felices y desmemoriados.

Cuando se caso mi ñaña Silva fue cuando recién empezamos a llevarnos mejor, además ya no éramos tan niñas como para seguir en ese tipo de peleas. Ahí fue cuando nos toco llevarnos bien, a las malas, porque de otro modo a quien le íbamos a contar nuestras cosas, quién iba a ser nuestra compinche en las travesuras, o nuestra alcahuete y aliada contra nuestros papis.

Que chévere era poder compartir cosas juntas en aquellas épocas, contarnos sobre nuestras ilusiones, nuestros amiguitos nuevos, nuestros levantes. ¡Gracias ñaña por ser mi camarada! Tú me enseñaste todas las cosas que una adolescente necesitaba aprender para sobrevivir en el mundo.

Cuando tenías apenas 21 años y yo 18, tuvimos que vivir quizá la etapa más difícil y triste en nuestras vidas. Primero enterarnos de que nuestro amado papito tenía cáncer, aceptar que ésta era una enfermedad terminal, y luego ver como de a poco su vida se iba apagando.  Aunque reconozco que muy pocas veces lo he dicho, qué admirable fue el valor con que nuestra mami supo enfrentar la situación y mantener unida a nuestra familia, gracias mami por eso; e igual de admirable para mí fue la manera en que tu ñañita a tus 21 añitos (que joven eras aún) supiste llevar las cosas y no permitiste que le faltara nunca nada a nuestra familia. Realmente un simple “gracias” no es suficiente para expresarte a ti y a mi mami todo lo que eso ha significado y significa en mi vida.
Con tu apoyo ñaña pude realizar mis estudios universitarios, y gracias a Dios hoy tengo una profesión que a más de ser mi pasión me da el pan de cada día.

Se me viene a la memoria también como yo te veía siempre “queriendo comerte el mundo”, te encantaba la farra, salir con amigos, amigas; nunca estabas en la casa. Eras el peor dolor de cabeza para mi mami, pero que mas podía hacer ella si ese es el trabajo de las madres, preocuparse por sus hijos. Y tú mientras más te querían subyugar, más te revelabas y terminabas soltándote la cuerda. Siempre he admirado eso de ti, esa determinación para hacer las cosas, ese no dejarte dominar por nada ni nadie (espero que ahora en tu nuevo estado civil no vayan a cambiar las cosas, ya sabes, no  hay que dejarse pisotear del marido, es broma). Esa sangre “Briones” definitivamente si que “fluye” por nuestras venas.

Eras de las que no le gustaba tomarse las cosas muy en serio, salías con un chico, al rato lo votabas, luego salías con otro y ya dejaba de gustarte, o simplemente preferías tener solo buenos amigos en lugar de complicarte la vida con asuntos del corazón. Mi mami sabía preocuparse por eso, quería casarte a como dé lugar creo, bueno ahora tiene una preocupación menos ja ja.

Luego de un tiempo, como que ya empezaste a “sentar cabeza”. Te dejó de gustar la fiesta y el alboroto. Ya habías terminado esa etapa y estabas preparada para compartir con alguien especial tu vida.  Recuerdo que saliste con un par de chicos que, como a todos nos ha pasado alguna vez, terminaron rompiendo tu corazón. Qué triste es saber que un tal fulano se atreve a jugar con los sentimientos de tu ñaña, odiaba cuando eso pasaba, pero en el fondo de mi corazón sabía que Dios tenía la persona correcta reservada para ti, y que tal vez ese aún no era el tiempo de ese tan anhelado encuentro; que tenías que vivir algunas situaciones que te ayudaran a aprender,  apreciar y disfrutar lo que estaba por venir a tu vida.

Siempre has sido una persona de nobles sentimientos, generosa y empática con los demás, más aún desde que Dios habló a tu corazón y te mostro el gozo de vivir como hija suya. Yo no sé cual fue esa conversación privada que tuviste con nuestro padre celestial, sólo sé que él te escuchó, ha cambiado y seguirá cambiando tu vida para bien.

Terminaste conociendo a la persona que Dios escogió desde siempre para ti: Paúl. Se conocieron, entablaron una amistad, se cortejaron, se enamoraron. Hace algo más de un año atrás tomaron la decisión de tener una relación sentimental y hoy en día están unidos en matrimonio. Estoy segura que Dios está en este momento, en este lugar bendiciendo su unión. Suministrándoles toda la valentía y el esfuerzo necesarios para sacar adelante su nueva vida juntos, su nuevo hogar.

Mi corazón está lleno de alegría al saber que emprendes dichosa una nueva etapa en tu vida. Que eres feliz con el hombre que amas y que te ama. No puedo negar que al mismo tiempo me invade cierta nostalgia de cuando eras mi compinche, de las largas noches de desvelo entre risas y todo tipo de conversaciones. Pero estoy tranquila porque tengo la seguridad de que Dios está contigo. Cuando me entristezco al pensar que nos vamos a quedar con mi mami solitas en la casa, reflexiono y me doy cuenta que nuestra familia no se ha acortado, sino al contrario se está expandiendo y ha ganado un miembro más. ¡Bienvenido Paul¡

Kari y Paúl, yo no sé lo que es un matrimonio, no sé lo lindo o lo difícil que pueda llegar a ser. Tal vez muchas personas ya les habrán aconsejado respecto a lo que deberían y no deberían hacer, cómo mantener una buena y sana convivencia, cómo no caer en el rutina diaria,  cómo educar a sus futuros hijos y hasta en qué escuela inscribirles, en fin… Pero lo que sí sé y les puedo decir con total convicción es que con la ayuda de Dios todas las cosas funcionan correctamente y todas las cosas obran para nuestro beneficio.

La mejor decisión que pueden tomar en su matrimonio es vivir bajo el amparo de Dios, porque a pesar de las circunstancias adversas que puedan venir quizá de hoy en adelante, ahora en su nueva vida de casados, con el mejor aliado de su lado todas las batallas terminarán siempre en victoria. Nunca duden de eso.

Finalmente quería terminar citando un versículo del cantar de los cantares acerca del amor, para que si alguna vez la noche se vea larga, recuerden la decisión que tomaron hoy un 1º de Diciembre del 2012, y nunca dejen que el amor que se tienen uno por el otro se apague:

Ponme como un sello sobre tu corazón
como un marca sobre tu brazo,
porque más fuerte que  la muerte es
el amor.
Las muchas llamas no podrán apagar el amor,
ni lo ahogarán los ríos.







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